sábado, noviembre 26, 2005

Una vez más -no será ni la primera ni la última- aprovecho esta bitácora para comentar las lecturas que llevo por delante. Primero la obligación y luego la devoción: leí, para recomendar a los adolescentes La piel de la memoria del grafómano Jordi Sierra i Fabra. Pese a ser una novela juvenil, estremece el argumento centrado en el tráfico de niños para servir de esclavos en las plantaciones de cacao. Sobre todo, la conmovedora mirada en el espejo deformante del Primer/Tercer Mundo, en el que se asoman por un lado los niños que toman su cola-cao, mientras en el otro agonizan víctimas de infecciones y torturas en las plantaciones.
Y, en un salto de género, leí también La piel fría -¡acabo de descubrir que he leído dos libros con títulos muy parecidos!- de Albert Sánchez Piñol, un antropólogo reconvertido en novelista al que auguro muchos más éxitos. En esta novela, en la que -inevitablemente, aunque sin reproche alguno- resuenan ecos de Lovecraft, Poe, Conrad y otros, el autor ha sabido dar el giro necesario para no caer en lo previsible, otorgando a su obra una dimensión mucho mayor que la asignada por su género. Así, lo que empieza siendo una novela de terror, acaba convertida en una indagación inquietante acerca de nosotros mismos, de nuestro sentido, de nuestros sentidos. En fin, chapeau.
Y mañana más.

jueves, noviembre 24, 2005

A veces parece que la realidad viene a burlarse de uno en sus propias barbas. Veía el otro día una noticia en la tele: en un pueblo valenciano, una cofradía, llamada algo así como del "Cristo de la flagelación", había decidido recaudar dinero con un pase de modelos. En un principio, el pase sería de lencería, pero algunos de los miembros más pacatos de la asociación pensaron que contravenía el espíritu religioso de la misma y obligaron a modificar la idea inicial hasta convertirla en un recatado pase de pijamas.
Lo que más coña tiene de este asunto es que una cofradía que conmemora el cruel acto de la flagelación, se rasgue las vestiduras ante la exhibición del cuerpo femenino. Pienso yo que mucho más sensato es ver las carnes lisas y turgentes de unas modelos que las llagas y moratones de un flagelado, sea Cristo en efigie o sea cualquiera de sus brutos admiradores en carne y hueso de hoy en día.
Y voy más allá. Ya puestos, esa congregación debería, en consonancia con su nombre, haber propuesto un pase de artículos sado-maso, pues tanto amor por la sangre y el sacrificio no llevan a otra vertiente del amor, sea humano o divino, pues lo único que cambia es el objeto.
En fin, que el mundo es cada día más raro.

domingo, noviembre 20, 2005

Acabo de terminar Enterrar a los muertos de Ignacio Martínez de Pisón. Es una novela-ensayo acerca de José Robles Pazos, un escritor y traductor, amigo de John Dos Passos, que fue ejecutado en las checas de la Guerra Civil. Es espeluznante el panorama que se dibuja entre las líneas de esta historia. Espeluznante descubrir cómo personas sensatas y progresistas hacían la vista gorda ante ejecuciones sumarias ordenadas por los gerifaltes comunistas. De poco sirve consolarse sabiendo que los ejecutores caerían más tarde, víctimas de los fascistas o víctimas de la misma maquinaria estalinista que ellos habían engrasado.
Pero quizá lo más espeluznante no sean los muertos, sino los vivos, todas esas familias -la de Robles Pazos, por ejemplo, mendigando una partida de defunción de la que dependía sus subsistencia-, esos amigos -como Dos Passos, censurado de por vida por anticomunista (que venía a significar filofascista)-, y tantas otras buenas personas que vivían con la espada de Damocles de la sinrazón en un eterno e incomprensible mundo de aniquilación.

miércoles, noviembre 16, 2005

Dediqué el mes de octubre a leer Bomarzo, uno de mis proyectos de lectura por mucho tiempo dormido. Ha supuesto un grato paréntesis en el ajetreo diario. Si bien es cierto que más de una noche no he alcanzado a leer dos páginas, densas, cargadas, barrocas hasta la extenuación, el balance final es memorable. El monstruo, el arte, la vida, la fama, el crimen, las pasiones y los sueños. Una novela acordeón, llena de resonancias. Y con un final sorprendente, que hace imprevisible lo que parecía inevitable.
Ha valido la pena dedicarle tiempo. Bomarzo es una de esas obras que te acompañan ya para el resto de tus días.
Decía Fraga el jurásico, a propósito de todas las manifestaciones que se hicieron en su día, y concretamente dirigiéndose contra el colectivo de actores españoles, a los que privó de la gala de premios Max, que él no iba a sustentar con su dinero (el de la Xunta, se entiende) actos que fuesen en su contra o le insultasen. Y retiró las subvenciones públicas.
Ahora salen a la calle los miembros de la Iglesia, con las casullas suyas. y protestan e insultan. El gobierno, vengativo y rencoroso, les paga con la misma moneda que antaño: ¡ojo! que os quito la subvención. Y todos ponen el grito en el cielo.
Hay una diferencia entre un caso y el otro. Los premios Max tuvieron que irse de Galicia, mientras que los curas, que mantienen su subvención, no se irán tan fácilmente.
A ver si maduramos ya como democracia y no confundimos churras con merinas. A Dios lo que es de Dios y al César con lo suyo.

domingo, noviembre 13, 2005

Hoy he acometido mi primer sudoku. Todavía no lo he terminado, pero engancha una barbaridad. Con esto de las aficiones tiene uno pánico a que, cambiando unas letraa, se conviertan en adicciones. Por eso abandono esta bitácora de tanto en tanto; por eso me olvido de escribir los pensamientos perdidos; por eso tengo el sudoku a medias sin atreverme a acabarlo.
De todos modos, de lo que quería hablar en realidad era de mi ex-abrupto de ayer a propósito de la manifestación contra la LOE. Creo que mis valoraciones fueron algo duras, pero también es cierto que determinados sectores de la Iglesia hacen gala de actitudes rayanas en el fascismo más intolerante. Ya dije que la ley es mejorable, pero no olvidemos el sistema que aplicaron los curas cuando ejercían el monopolio educativo. Hoy los profesores hemos perdido toda la autoridad, pero aún así preferimos eso a mantenerla al precio de hostias bien dadas, y no de las consagradas. Así que, cuando veamos a esos obispos, curas y monjas reclamar la recuperación de la dignidad de la enseñanza, acordémonos de aquel sabio principio didáctico, vigente durante sus cuarenta años de gloria educativa: "La letra con sangre entra". Todo un canto al respeto del individuo.
Y acabo, que me faltan tres cuadros del sudoku.

sábado, noviembre 12, 2005

Hoy se manifestaron en Madrid cientos de miles de personas azuzadas por la jerarquía eclesiástica y por los poderes más retrógrados del país. Lo hicieron en contra de una ley de educación. No pretendo defender esa ley, que nace manca, tuerta y coja como (desgraciadamente) tantas otras. Lo que me indigna es que esos obispos, curas, beatos meapilas cargados de hipocresía y otras gentes engañadas bajo el señuelo de la buena voluntad, salgan a las calles ahora, y no para hacer lo propio contra la pobreza en el mundo o contra los intereses multinacionales bajo los que se explota a millones de niños, o contra una maldita guerra no tan lejana en la que nos metieron por la cara.
Y hoy los tenemos ahí con su zafio corporativismo, pues lo que en realidad defienden es, cómo no, la pasta, el vil metal que Jesucristo condenó hasta la saciedad. Si quieren hacer apostolado, que lo hagan desde los púlpitos y no desde las aulas, que ya bastante tenemos con lo que tenemos como para consentir una vuelta a la comunión Iglesia-Estado. Y que no tengan el morro inconmensurable de exigir mayor financiación de la que tienen, que por no pagar no pagan ni contribuciones inmuebles, mientras más de uno de sus fieles vive a la intemperie a la sombra de sus templos.
La escuela para aprender y formarse como ciudadano. La iglesia para la fe. Si es que son capaces de convencer todavía...