viernes, enero 27, 2006

Ya la pregunta es: ¿Tienes página web o blog?
Se supone que todos tenemos una existencia virtual y quien no la tiene es como si no existiera. Hace unos años, unos siglos, la fama consistía en dejar tras de sí un libro, un monumento, un millón de muertos despanzurrados. Ahora estamos tan desprestigiados por la realidad que nos rodea que queremos deshacernos de ella, y para eso nos montamos un blog, nuestro paraíso inmaculado. El descrédito de lo real nos lleva a la absoluta nada, pues no nos equivoquemos: quienes, en mayor o menor medida, vivimos conectados a la red dependemos del capricho de cualquier mano que tire del enchufe y nos deje a oscuras. Así que huimos de la jungla humana y nos escondemos en la caverna del oso famélico.
Vamos, entonces, a no ponernos estupendos con estas líneas virtuales, no sea que nos pase como en el cuento de la lechera, y vengan Billermo Puertas, Jorgito Arbusto o Benito Laten y nos jodan el invento.

viernes, enero 13, 2006

Sobre la calidad de las bitácoras.
Todo lo que se factura a través del lenguaje es ficción. Los inventores del cine, la fotografía, vídeo, etc. creyeron haber descubierto la panacea para esquivar esa terrible maldición que supone la impostura del lenguaje. Pronto se dieron cuenta de que habían creado nuevos lenguajes, más o menos mentirososq ue las palabras. Partiendo de ese axioma por el cual asumimos que lo que llamamos verdades no son más que mentiras muy semejantes a la realidad, todo escrito (en la red, en un diario, en una enciclopedia) es comparable a la ficción, esto es, buena o mala literatura. Si debemos exigir, pues, calidad a un blog, exijámosle que mienta poco -o sea, que busque eso que llamamos información- o que lo haga descaradamente -es decir, que sea literatura-. A mí me gusta más lo último, porque siempre sé que todo es mentira, y no debo preocuparme por adivinar qué trola me han metido.

lunes, enero 09, 2006

Ya verán cómo de aquí a nada surgirán nuevos informes sobre el nivel educativo en España, sobre lo mal que van los estudiantes españoles en matemáticas, lengua, ciencias, etc. en comparación con Finlandia, Suiza o Uzbekistán (fíjense en los valores comparativos: siempre saldremos perdiendo en alguno de ellos).
Sinceramente, aunque estoy de acuerdo en que la cosa de la enseñanza no va bien (ya lo he apuntado en otros comentarios), desconfío de los catastrofismos. En las aulas, sigue habiendo de todo, como en botica. Y si vienen mal dadas, no echemos las culpas siempre a los chavales; ni al sistema. Todos somos cómplices.
De todos modos, el descrédito del saber es materia obvia en todos los ámbitos de nuestra sociedad. ¿Quién se preocupa ya por una redacción clara y ordenada? ¿quién conoce los rudimentos de la retórica? ¿quién rehace un escrito por cuestiones de estilo? ¿hasta cuándo se seguirá enseñando ortografía?
A veces, me gusta recordar aquella parábola en la que los fallos ortográficos desvirtuaban el significado de una frase (hay incluso un libro al respecto de ello Perdón, imposible):
El maestro quería explicar la vida del ermitaño y dictó a sus alumnos:
Comía como vestía, dormía sobre una vieja estera; la vida del santo.
Pero aquel díscolo alumno escribió:
Comía como bestia, dormía sobre una vieja; esta era la vida del santo.
Bueno, pues lo dicho, que no estamos tan mal como parece.

sábado, enero 07, 2006

Algunos militares españoles siguen pensando que son los árbitros de la democracia. Quizá lo único que les incomoda es tener que aprender catalán, algo extremadamente complicado cuando uno se comunica a base de monosílabos (recuerden la crucigramática voz de mando -AR-), o cuando se tiene como animal de compañía a una cabra.
En fin, que parecía superado el 23-F y nos ha salido otro militar protestón. Allá cada cual con sus ideas, hay que decir, pero ojo cuando el portador de tales ideas se halla al mando de medio ejército o del ejército entero.
Como decían los de la Polla Records en una canción acerca de la pistola: Mi culata y mi cañón / dan y quitan la razón, / delante o detrás, esa es la cuestión.