miércoles, octubre 08, 2008

Salieron a mi encuentro hace poco, desde los rincones del recuerdo, algunas caras de las que me enamoré cuando apenas era un imberbe.
Una de las primeras es Carrie Fisher, la Princesa Leia de la Guerra de las Galaxias. Me hubiese gustado casarme con ella y ser felices para toda la vida en cualquier rincón perdido de la galaxia.
Quizá sustentado por la devoción musical hacia la Electric Light Orchestra (la ELO), también caí rendido ante Olivia Newton John en una de las películas más cursis que recuerdo: Xanadú.

Y ahora, pasados los años, compruebo que es difícil encontrar aquella devoción juvenil hacia las actrices, que por mucho que me esfuerce no hallaré a nadie en quien posar aquella ardorosa mirada, pues la pasión parece depender mucho más del sujeto que siente que del objeto admirado.

sábado, septiembre 27, 2008

Tengo ganas de cabrearme con esta maldita gentuza que gobierna el mundo desarrollado, con estos asquerosos políticos que durante décadas predican el divino liberalismo y el libre mercado, a costa de sangrar de continuo a los de siempre, repartiendo migajas (esta entumecida vida de pequeños burgueses que acabamos creyéndonos), mientras ellos juegan a los millones, al poder sin límites.
Y ahora, esta maldita carroña humana, cuando ve peligrar su chiringuito de ganancias indecentes, recurre a papá Estado, a ese estado que debía mantenerse ajeno a las normas de mamá Mercado, para que ponga orden y concierto, y unos cuantos billones a costa, de nuevo, de nuestros bolsillos.
He defendido muchas utopías y casi dejé de creer en ellas, pero viendo cómo nos venden esta basura de ideología económica, a la que, encima, debemos estar agradecidos por salvarnos de la crisis, me dan ganas de irme a vivir al monte y mandar a la mierda a toda esta gentuza que acabará convirtiendo este planeta en un vertedero monetario.
Ya está.

viernes, agosto 29, 2008

Siempre acompañándome esa inquietante sensación de que la vida es demasiado breve y que nunca llegaré a sentirme satisfecho. Tantos lugares y gentes por conocer. Y, sobre todo, tantos libros por leer...

miércoles, agosto 20, 2008

Hay un azar que ajusta cuentas con la humanidad de la manera más cruel. Da igual que se reduzcan los muertos en la carretera: un mal día se lleva por delante cientos de personas que soñaban en sus asientos con un feliz verano. Y se acabó. Todo lo arrasa un fallo humano, un error mecánico, una distracción, tres tragos de más; todo, lo vivido y lo que queda por vivir. Miras a tu lado y ves a esas personas que no conoces de nada, a tu mujer, a tus amigos, a tus hijos, a esa chica tan mona, la azafata haciendo gestos mecánicos con los brazos, tu compañero de asiento ojeando la revista que acaba de comprar, el niño que busca los mandos de los auriculares... y, de repente, nada, la nada.
Y en ese libro de cuentas del azar se han saldado todos los vanos esfuerzos por convertirnos en inmortales. La vida sigue. Mañana correrán nuevas vidas por esa pista. Alguien mirará a su lado y verá lo que ya no ven esos fantasmas. Mientras, nosotros seguiremos rezando por no ser la próxima anotación del severo contable llamado azar.

lunes, julio 28, 2008

Hay quien gobierna,
emperador de sí mismo.
en sus estancias,
y domina con orgullo
satisfecho,
pleno.
Hay quien tira
la llave de su hogar
tras cada vuelta
de camino,
seguro de no regresar
jamás.
Hay quien necesita
dos llaves para estar seguro
de no quedarse en la calle;
pero nunca sabe
a quién encomendar
esa puerta falsa
de su vida.
Ay, quién...

martes, julio 15, 2008

Pasé la tarde leyendo mis cartas y reflexiones de hace años. No me reconocía en aquellas líneas. El tiempo había roto todo lo que en ellas se exaltaba, las dichas y las cuitas. Estaba leyendo los desvaríos de un extraño, de otro que no era yo.
Traté de aprovechar al menos unas líneas, alambicadas. Pero me resultaba todo tan impúdico que apenas pude anotar unos versos con las aristas limadas.
Ahora sé que tengo guardadas en el armario un puñado de libretas ajenas, el testamento de alguien que murió hace años. Y no sé si estuvo vivo alguna vez.

jueves, junio 19, 2008

Cada vez que callas,
cada voz engullida,
cada palabra nunca dicha,
cae
cae
cae
eterna,
etérea,
y en tu estómago
revolotea.
Una bandada
de ellas
ha tomado el mando,
y como ángeles del silencio
rugen
rugen.
Rugen bruscas
buscando tu boca
para volar
y decir cuanto odian,
cuanto has callado,
cuanto has tragado.
Apartaos de este vómito
de palabras
corruptas.

miércoles, junio 11, 2008


Menos piquetes y más piquetas

lunes, junio 02, 2008

Ahí está la realidad, esa materia dura y firme con la que topas todo el día. Ahí está, roma y mordida. Tienes que escribir tus horas con ella. Tienes que dejar el trazo en la historia, el sendero de tus días negro sobre blanco. Afila minuto a minuto la realidad. Saca punta a todo lo que encuentres, a esos instantes zafios, vacíos. Clava el carboncillo de tu imaginación en el libro de horas. Deja tras de ti un rastro difuso de polvo añejo, un reguero de virutas perdidas en la memoria de lo inútil, de lo mediocre. Tienes por delante un papel infinito para llenar con el rasgueo de tu mano, de tu mente. No dejes que la vida quede despuntada. A golpe de navaja, afila tu arma. No busques el lápiz: eres tú.

jueves, abril 24, 2008

El ritmo de las cosas. Se trata de una sensación extraña, contradictoria. Me siento hiperactivo durante todo el día; agoto mis posibilidades; exploto mis recursos. Sin embargo, llega la noche y se apodera de mí la pereza. Me entrego al dulce vagar por tareas inútiles, insustanciales, la banalidad de los minutos que se pierden en un pestañeo.
Me remuerde levemente la conciencia pensar que podría aprovechar mi tiempo en grandes empresas para las que estoy capacitado. Que podría llevar a cabo mil proyectos atractivos. Ideas que llevan tiempo ocupando la bandeja de tareas pendientes.
Pero aquí me quedo, viendo pasar las horas, abandonado a la molicie de los desocupados. Y una parte de mí se siente feliz por este pequeño placer, por este perezoso pecado.

miércoles, abril 09, 2008

Mis últimos minutos del día están siempre ligados a las palabras. Leer, escribir, repasar líneas con la mirada o con la mano, crear o recrear.
No recuerdo otros finales de día. Incluso en mis años de calavera. En la mesita de noche siempre ha habido un libro. Y muy cerca una libreta. Ahora es el teclado del ordenador, sobre todo.
Dormirse acunado por las palabras es un gran consuelo ante la realidad cotidiana. Cada palabra abre un mundo en el que perderse, en el que encontrarse.
Muchas noches llego agotado al dormitorio. Me tumbo y apago la luz, pero me consume el remordimiento, la infidelidad a esas páginas que esperan ser leídas o escritas. Enciendo de nuevo la lamparilla. Leo, escribo... y descanso.

domingo, marzo 23, 2008

En el revés de la comodidad hay un submundo que bulle
con su rencor nunca satisfecho y su vida al límite.

Es una realidad paralela y vergonzante que encaja en los goznes del bienestar
con la amenaza de cerrarse y pillarnos los dedos.

Puedo verlos felices en su ignorancia que es sigilo,
en su inconsciente preparación de una nueva era,
el siglo de Némesis, la diosa justiciera.

Mientras otros tapan
sus ojos
o les cierran
sus bocas,
hay quien llora por ellos,
desolado,
aturdido,
con vana esperanza de aplacar aquella venganza
que se cierne sin que nadie lo sepa;
ni ejecutores ni ejecutados, nadie lo sabe,
porque siempre es mejor apagar la luz y pensar que nadie atravesará la puerta .

Y soñar que seguimos siendo los únicos seres de este mundo.

lunes, marzo 17, 2008

De pequeño pasaba horas escondido dentro de los armarios o debajo de las camas. Había un ropero enorme en el pasillo. Tenía varias baldas de madera que me servían de escalera para llegar a una especie de altillo en el que simulaba ser tripulante de una nave espacial o maquinista de tren.
Debajo de la cama, con aquellos somieres llenos de hierros retorcidos, pulsaba los botones que me propulsaban a la estratosfera. Otras veces, desplegaba a medias el sofá-cama y lo convertía en un vehículo impresionante.
He pasado mucho tiempo jugando solo en mi infancia. Creo que en esas horas eternas conmigo mismo se ha gestado esta entrega a los placeres solitarios, al monólogo, a la conversación sin respuesta. A estas alturas de la vida, sigo pareciéndome a aquel niño. Sigo jugando a pilotar enormes máquinas desde un rincón solitario. A estas alturas, aún sigo pensando qué voy a ser de mayor. Y sigo dejando pasar las horas desde este altillo...

sábado, febrero 23, 2008


Cerca ya de cumplir los cuarenta, miro hacia atrás y creo que he conseguido buena parte de las cosas que había soñado lograr. Tal vez necesite un cambio que dé sentido a mis próximos cuarenta...

miércoles, febrero 13, 2008

Siempre bajo los focos,
envuelto en la turbia
suciedad
de las miradas de otros.

Las horas se alargan,
agonía,
estirando las pupilas
sobre mi piel,
untando de ojos
cada uno de mis segundos.

En estos días
en que la voz,
mi voz,
salpica de palabras el mundo,
en un duelo entre voz y miradas,
sueño con un paraíso de silencio,
sueño con la cámara oscura
en la que ningún ojo
me escrute,
me profane.

Y mañana, los ojos,
otros ojos,
los mismos,
qué más da.

lunes, enero 28, 2008

Encontramos en el Lazarillo de Tormes este Tratado IV que reproduzco completo:
Hube de buscar el cuarto [amo], y éste fue un fraile de la Merced, que las mujercillas que digo me encaminaron, al cual ellas le llamaban pariente. Gran enemigo del coro y de comer en el convento, perdido por andar fuera, amicísimo de negocios seglares y visitar, tanto que pienso que rompía él más zapatos que todo el convento. Éste me dio los primeros zapatos que rompí en mi vida; mas no me duraron ocho días, ni yo pude con su trote durar más. Y por esto, y por otras cosillas que no digo, salí de él.
En una obra que encandila por sus detalles, ese silencio de Lázaro y la propia brevedad del capítulo hacen pensar en la magnitud de lo que se oculta. En la literatura, como en la vida, siempre vemos la punta del iceberg. De ahí que los malos escritores se empeñan en vano mostrando el bloque completo, cuando el buen lector sólo exige lo preciso, el indicio mínimo que le sirva para seguir leyendo, para seguir soñando.
Numerosas son las obras que usan de ese principio de economía narrativa: Pedro Páramo, de Juan Rulfo, sería el paradigma de todas ellas. Pero, a la vez, cada vez son más difíciles de hallar en unos tiempos caracterizados por la desmesura en todos los niveles.

Imagen original: www.flickr.com/photos/41894166582@N01/8511218
Afortunadamente, me he topado con una novela que cumple con esos requisitos. Se trata de La carretera, de Cormac MacCarthy. Es una novela que me ha recordado las palabras finales de El corazón de las tinieblas de Conrad: ¡El horror!
Porque ese sentimiento nos acompaña en su lectura, breve pero intensa, cargada de un miedo indescriptible a la última página. Sin ser una novela de terror, lo induce; sin ser una novela filosófica, se proyecta en múltiples reflexiones; sin ser sentimental, descubrimos pulsiones básicas del amor filial.
Y lo mejor, los silencios; ese vacío narrativo que el lector debe llenar. Un vacío que, a medida que se va llenando, el lector preferiría no haber conocido. Porque en ese horror participamos todos.
No perdáis la oportunidad de leerla.

miércoles, enero 02, 2008

Decía una canción de aquellos punkis de época: "A cuenta de prometer / el reino de los cielos / algunos vivillos / lo que están haciendo: / es su propio cielo particular / en la tierra; / compre un pedazo de cielo / pagando la cuota mensual".
Viendo las manifestaciones de estos días, parece que ya no están dispuestos a depender ni tan siquiera de esa cuota mensual, pues quieren pasarnos factura a todos. Atacan a la democracia (dicen que vamos camino del caos) para defender a la familia cristiana. Ellos son unos señores y señoras que forman una secta de solteros empedernidos que santifican la virginidad, así pues apoyan a la familia pero no para tenerla ellos, qué curioso dilema. Les acompañan otros tantos que despotrican contra el divorcio exprés, ellos que siempre lo han podido disfrutar sin prisas (previo pago a la susodicha secta). Y todos contra los homosexuales, contra las madres solteras, contra los distintos, y contra las que abortan, aunque lo hagan bajo una ley que no derogaron quienes sujetan las pancartas (por lo visto, vale la pena que nazcan seres a mogollón aunque sea para vivir hacinados en favelas o masacrados en sus guerras).
En fin, que he visto las imágenes y me he puesto de mala uva. Y se me viene a la mente la figura de Jesucristo frente a los fariseos, un Jesucristo que, si ha existido alguna vez, hoy estaría frente a ellos soportando sus insultos.