Detrás de cada decisión, detrás de cada acto relevante de la vida, se esconde una curva sin visibilidad. El futuro no es más que un banco de niebla permanentemente instalado al girar la esquina de los días. Los ojos no alcanzan más allá de aquello que palpan las manos.
En el chirriar de las ruedas hay un aviso de espanto, el preludio que anuncia la catástrofe. Pero, también hallaremos allí, en aquel vacío húmedo que nos acecha, el goce de recompensas inesperadas. Aunque sólo sean fantasmas de la carretera.