Ayayayayyyy... Dónde nos hemos metido con los blogs (ya nadie se acuerda de las bitácoras, con lo bien que suena, a mar...). Anda la comunidad bloguera muy despendolada últimamente. Parece que se acabó la serenidad en los blogs profesionales (los otros nunca la han tenido).
Tenemos blogs de trinchera, reivindicativos, que esgrimen sus posts como poesías de guerra.
Blogueros hay ya que se retiran angustiados ante la avalancha de horas requeridas y ante el acoso de la prensa, de los lectores, de sus obligaciones familiares y de sus respectivos egos (sin acritud, pues yo mismo he escrito sobre esa quemazón).
Ya empieza a verse el 'no me copies, que me enfado', lícito, sí, pero inevitable en un medio como éste, tan vasto, tan basto.
Y las trifulcas por un quítame-allá-esas-pajas (con perdón): que si fulanito está trasnochado, que si menganito no sabe lo que dice, que si zutanito lleva meses diciendo lo mismo... y tú más.
Así que, tal y como está el panorama, no es de extrañar que necesitemos hiperventilación no digital. Habrá que volver a la letra impresa, abandonar por amplios periodos estos lares virtuales y dedicarse al cultivo de hortalizas u otros menesteres. Difícil será resistirse a la llamada de la red, pero todo se andará. ¿Para cuándo una ley anti-blog?; los que nos sentimos atufados la necesitamos ya.