
La primera novela de Luis Landero fue Juegos de la edad tardía. La leí prácticamente al comienzo de mi carrera como filólogo, lo que la convirtió en una especie de acto fundacional. Es una novela sobre el acto de escribir, pero también sobre la realidad y la ficción, una novela llena de personajes herederos de Cervantes, una magnífica novela.
He leído después todas las novelas que ha ido publicando Landero a lo largo de los años. No han sido muchas, es verdad, ni tan buenas creo como la primera, aunque todas tienen ese toque cervantino que las hace apreciables.
Y también en todas ellas aparecen unos personajes con dobleces y llenos de humo. En la última de ellas, Hoy, Júpiter, que se acaba de publicar, se entrecruzan las historias de dos personajes marcados por la obsesión de un futuro que nunca llega, cada cual con su meta particular, tan distinta, tan parecida, como en la vida misma. Y un fondo de personajes secundarios también de retablo cervantino, máscaras, ficciones, engaños y humo, mucho humo.
Ha sido una novela extraña, un poco lenta y, a veces, sobredimensionada. Sin embargo, me parece que Landero ha reencontrado con acierto aquel camino que emprendió hace años. Y vuelve no sólo a Cervantes, sino a Calderón, a Góngora, a Quevedo, al humo, la sombra, la nada.
Crédito de la imagen: www.flickr.com/photos/62518311@N00/653742902