
Acabada la fiesta, recogen sus picnics y te quedas allí solo, deshinchándote a un ritmo insoportablemente moroso, descendiendo una pulgada por día, cuando querrías bajar de golpe y quedar a dos metros bajo tierra, oculto a las impúdicas miradas de la plebe.
Pero eres insaciable y sabes que volverás una y otra vez a conocer las nubes; volverás domingo a domingo, verano a verano, a hincharte a llenarte de un pedazo de nada que para ti es todo. Aunque alcen sus miradas hueras, habrás descubierto que sólo tiene sentido subir cuando existe la necesidad de bajar, que sólo conocen el placer de la plenitud quienes alguna vez sufrieron el vacío, que sólo el otoño da sentido a la primavera.
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