
En días sin norte, la música, más que nostalgia es porvenir, una especie de sendero rimado que nos guía entre las ramas de los momentos perdidos. Y en esas notas nos encontramos con lo que fuimos, con una copia salvada de nosotros mismos -que, sin embargo, no permite vuelta atrás-, con la huella profunda e indeleble que nos ha de salvar del naugrafio.
Días de música en los oídos, sin reproductores, sin hilos, sin otra cosa que el recuerdo.