Hoy he acometido mi primer sudoku. Todavía no lo he terminado, pero engancha una barbaridad. Con esto de las aficiones tiene uno pánico a que, cambiando unas letraa, se conviertan en adicciones. Por eso abandono esta bitácora de tanto en tanto; por eso me olvido de escribir los pensamientos perdidos; por eso tengo el sudoku a medias sin atreverme a acabarlo.
De todos modos, de lo que quería hablar en realidad era de mi ex-abrupto de ayer a propósito de la manifestación contra la LOE. Creo que mis valoraciones fueron algo duras, pero también es cierto que determinados sectores de la Iglesia hacen gala de actitudes rayanas en el fascismo más intolerante. Ya dije que la ley es mejorable, pero no olvidemos el sistema que aplicaron los curas cuando ejercían el monopolio educativo. Hoy los profesores hemos perdido toda la autoridad, pero aún así preferimos eso a mantenerla al precio de hostias bien dadas, y no de las consagradas. Así que, cuando veamos a esos obispos, curas y monjas reclamar la recuperación de la dignidad de la enseñanza, acordémonos de aquel sabio principio didáctico, vigente durante sus cuarenta años de gloria educativa: "La letra con sangre entra". Todo un canto al respeto del individuo.
Y acabo, que me faltan tres cuadros del sudoku.
domingo, noviembre 13, 2005
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