jueves, abril 05, 2007

Libros, libros, libros, libros...
El tercer policía, de Flann O'Brien, sorprendente, distinto, con engaños, con cierta burla de los críticos serios, si los hay, una vuelta de tuerca a la narración convencional.
Estambul, de Orhan Pamuk, me descubre una ciudad desconocida, llena de sabores, a la altura del universo literario tejido alrededor de Nueva York o París, pero a la turca, y que entronca con mis lecturas de Galdós y Baroja.
El profesor, de Frank McCourt, muestra algunas de las experiencias que vivo a diario, satisface la curiosidad morbosa de ver a los otros en el trance docente y, sobre todo, ratifica algunas de las premisas educativas que pocas veces me atrevo a compartir con mis colegas.
Llámame Brooklyn, de Eduardo Lago, metaliteratura, metanarración, metáforas de la escritura al modo de muñecas rusas, con personajes-símbolo que se escriben y se fingen a sí mismos (creo que Frank, el dueño del bar, constituye el mayor logro narrativo de la novela, con esa labor de director de orquesta, de demiurgo sin saberse tal).

www.flickr.com/photos/29931767@N00/105783011

2 comentarios:

Jonás dijo...

He leído de estos libros que citas Estambul, la ciudad de la melancolía y la decadencia; Y El profesor del que hice incluso un post en otro blog educativo que tenía. Este segundo me gustó y me disgustó. Cuando el profesor lo es de un colegio de élite, el Peter Stuyvesant, prescinde de las obras clásicas como Moby Dick de Melville, u Hojas de hierba de Whittmann... para dedicarse a las recetas de cocina. Eran los años sesenta pero me pareció una frivolidad. Compartimos, pues, la profesión docent. Un saludo.

antonio dijo...

Ya había leído tus comentarios en su momento, así que no somos tan lejanos contertulios -a veces, lo más evidente se nos oculta al entendimiento-. En el libro de McCourt supongo que hay un punto de teatralidad de cara a lo comercial. Todos nosotros podríamos construir una historia de nuestra docencia llena de chascarrillos y de momentos gloriosos, pero sabemos que hay también mucha prosa, aburrida y mecánica prosa.