miércoles, febrero 13, 2008

Siempre bajo los focos,
envuelto en la turbia
suciedad
de las miradas de otros.

Las horas se alargan,
agonía,
estirando las pupilas
sobre mi piel,
untando de ojos
cada uno de mis segundos.

En estos días
en que la voz,
mi voz,
salpica de palabras el mundo,
en un duelo entre voz y miradas,
sueño con un paraíso de silencio,
sueño con la cámara oscura
en la que ningún ojo
me escrute,
me profane.

Y mañana, los ojos,
otros ojos,
los mismos,
qué más da.

2 comentarios:

María Paz Díaz dijo...

Y ese sueño el que atrapa a las miradas, que ven más allá de lo que la voz les habla.

antonio dijo...

A veces es sólo sueño, sueño, de ese que no te deja abrir los ojos :-)