miércoles, julio 22, 2009

Las melodías del recuerdo acuden en días de memoria y olvidos para señalarnos quiénes fuimos, de dónde venimos y, quizá, el lugar al que debemos volver.
En días sin norte, la música, más que nostalgia es porvenir, una especie de sendero rimado que nos guía entre las ramas de los momentos perdidos. Y en esas notas nos encontramos con lo que fuimos, con una copia salvada de nosotros mismos -que, sin embargo, no permite vuelta atrás-, con la huella profunda e indeleble que nos ha de salvar del naugrafio.
Días de música en los oídos, sin reproductores, sin hilos, sin otra cosa que el recuerdo.

2 comentarios:

Talín dijo...

Salvemos el recuerdo, sino somos juguetes de cualquier desalmado que pase gritando más alto que los otros...

antonio dijo...

Habría que decírselo a todos esos que pretenden sepultar la memoria histórica. Sin memoria no somos nada más que trozos de carne.