jueves, abril 24, 2008

El ritmo de las cosas. Se trata de una sensación extraña, contradictoria. Me siento hiperactivo durante todo el día; agoto mis posibilidades; exploto mis recursos. Sin embargo, llega la noche y se apodera de mí la pereza. Me entrego al dulce vagar por tareas inútiles, insustanciales, la banalidad de los minutos que se pierden en un pestañeo.
Me remuerde levemente la conciencia pensar que podría aprovechar mi tiempo en grandes empresas para las que estoy capacitado. Que podría llevar a cabo mil proyectos atractivos. Ideas que llevan tiempo ocupando la bandeja de tareas pendientes.
Pero aquí me quedo, viendo pasar las horas, abandonado a la molicie de los desocupados. Y una parte de mí se siente feliz por este pequeño placer, por este perezoso pecado.

1 comentario:

María Paz Díaz dijo...

La primavera nos pincha para que emprendamos nuevos proyectos, vemos que todo a nuestro alrededor florece y resulta dificil mantener el mismo ritmo de siempre.

Como tú, también he sentido ambas sensaciones, la de saber que puedo, y la del placer de dejar de hacer, pudiendo.
Y claro, como siempre, primero el placer.

Ah, enhorabuena por el premio, me alegro mucho de que el trabajo que desarrollas en el blog se vea reconocido, es un aliciente más, muchas felicidades :)