domingo, noviembre 20, 2005

Acabo de terminar Enterrar a los muertos de Ignacio Martínez de Pisón. Es una novela-ensayo acerca de José Robles Pazos, un escritor y traductor, amigo de John Dos Passos, que fue ejecutado en las checas de la Guerra Civil. Es espeluznante el panorama que se dibuja entre las líneas de esta historia. Espeluznante descubrir cómo personas sensatas y progresistas hacían la vista gorda ante ejecuciones sumarias ordenadas por los gerifaltes comunistas. De poco sirve consolarse sabiendo que los ejecutores caerían más tarde, víctimas de los fascistas o víctimas de la misma maquinaria estalinista que ellos habían engrasado.
Pero quizá lo más espeluznante no sean los muertos, sino los vivos, todas esas familias -la de Robles Pazos, por ejemplo, mendigando una partida de defunción de la que dependía sus subsistencia-, esos amigos -como Dos Passos, censurado de por vida por anticomunista (que venía a significar filofascista)-, y tantas otras buenas personas que vivían con la espada de Damocles de la sinrazón en un eterno e incomprensible mundo de aniquilación.

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