jueves, noviembre 24, 2005

A veces parece que la realidad viene a burlarse de uno en sus propias barbas. Veía el otro día una noticia en la tele: en un pueblo valenciano, una cofradía, llamada algo así como del "Cristo de la flagelación", había decidido recaudar dinero con un pase de modelos. En un principio, el pase sería de lencería, pero algunos de los miembros más pacatos de la asociación pensaron que contravenía el espíritu religioso de la misma y obligaron a modificar la idea inicial hasta convertirla en un recatado pase de pijamas.
Lo que más coña tiene de este asunto es que una cofradía que conmemora el cruel acto de la flagelación, se rasgue las vestiduras ante la exhibición del cuerpo femenino. Pienso yo que mucho más sensato es ver las carnes lisas y turgentes de unas modelos que las llagas y moratones de un flagelado, sea Cristo en efigie o sea cualquiera de sus brutos admiradores en carne y hueso de hoy en día.
Y voy más allá. Ya puestos, esa congregación debería, en consonancia con su nombre, haber propuesto un pase de artículos sado-maso, pues tanto amor por la sangre y el sacrificio no llevan a otra vertiente del amor, sea humano o divino, pues lo único que cambia es el objeto.
En fin, que el mundo es cada día más raro.

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