viernes, diciembre 02, 2005

La semana pasada, algunos diarios, entre ellos EL PAÍS (líder de la prensa nacional en España) recogían como noticia que un diccionario de ideas afines de la editorial Herder presentaba dentro de la voz "homosexual" otras ideas afines como "pervertido", "perturbado", etc. En esa ocasión, el redactor de la noticia afirmaba que habían hablado con la editorial -que pensaba retirar los ejemplares de la librería, como si eso fuese a cambiar la mentalidad de algunas personas-, pero que no habían conseguido hablar con el autor, Fernando Corripio, por hallarse en paradero desconocido.
Esta semana, en una breve esquinita del mismo diario, se aclaraba que Fernando Corripio difícilmente podía responder a sus valoraciones sobre el término homosexual, entre otras cosas porque llevaba muerto desde 1993.
Algo que suelen olvidar a menudo los periodistas es que ni la lengua ni los diccionarios discriminan a nadie: en el peor de los casos, recogen los (perversos) usos que las personas hacemos de ella. Como siempre, lo fácil es fusilar al mensajero. No intento disculpar a nadie, pero a veces juzgamos a personas de otras épocas con los patrones culturales de la nuestra. Nos atrevemos a decir que tal autor o tal otro son machistas, racistas, antiguos, etc. cuando, lo más seguro, es que incluso fuesen avanzados a su época. Si leemos el "De institutione femina christiana" de Juan Luis Vives con los ojos de hoy día, nos parecerá un rancio machista, cuando en su contexto era un auténtico innovador.
Dejemos, pues, al pobre Corripio descansar en paz y ocupémonos de las vigas en el ojo propio, que las del ajeno ya crían malvas.

Y puestos a soliviantar al personal con noticias preocupantes, más vale fijarse en una encuesta, también publicada ayer, que recoge que el 80% de las adolescentes cree que puede haber amor detrás del maltrato y que los celos son un buen atributo del amor. Unos resultados que ponen los pelos de punta, ya que señalan que el problema de la violencia doméstica no parece que vaya a solucionarse, al menos, en la próxima generación. En el mismo lote se recogía que los chicos, uno de cada tres, no ven mal que se rechace o discrimine a los homosexuales. En fin, que el mundo está cada vez peor.

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