sábado, diciembre 03, 2005

Vivo en una ciudad cuyo acontecimiento estrella del año es la apertura de un centro comercial. Los jubilados han supervisado con escrupulosa minuciosidad el desarrollo de las obras. Ahora que está a punto de abrir sus puertas, las gentes peregrinan en tropel para no perderse en las tertulias de los próximos días:
-¡Vaya pedazo de edificio!
-¡Por fin tendremos algo más nuevo que los capitalinos!
-La prima segunda de una cuñada de mi vecina es jefa de personal. Si quieres, le digo que te coloque.
-El día que abran ya me tienen aquí la primera.
-Pues, yo paso. Vendré un día por la novedad, pero me gusta más el comercio tradicional.
-¡Papi! ¿Comeremos en ese restaurante tan alto?
-¡Joder! Todavía no hemos abierto la calle al tráfico y el notas ése ya está aparcando en la puerta, encima de la acera.
-¡Eh!, ¡tú!, que esos adornos no son para tirarlos.
...
Desde luego, algo se mueve en la vida cultural de esta ciudad. Para que luego nos llamen provincianos...

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